El sol de Illinois

El sol de Illinois

martes, 4 de noviembre de 2008

En Madrid, mi Madrid


Qué lejos quedan ya, amigos míos, los recuerdos de mi estancia en Estados Unidos. ¿Cómo pude marcharme sin cerrar el blog, sin completar el círculo? Desde entonces siento que tengo algo pendiente. 

Llegué hace poco más de dos meses y medio (cómo pasa el tiempo y cuántas cosas pasan por la vida de una) y sin embargo parece que ha pasado un año, o dos, desde que volví. Y lo mejor es que esa sensación la tuve prácticamente a los diez minutos de poner un pie en tierra española, en tierra castellana. El Madrid sofocante de mediados de agosto me apabulló a besos y bienvenidas, y extrañamente el reencuentro con todo lo de aquí se condensó en un minuto, que fue el tiempo que necesité para sentir que nunca me había ido. 

Ahora recuerdo todo lo de ese agosto casi como si estuviera tan lejos como el propio Illinois, como si no hubiera sido más que la continuación de lo de allí, al mismo tiempo que la ruptura con todo aquello. La rama fragmentada del árbol surrealista de lo que no sé si alguna vez ocurrió. Me quedo con un montón de sensaciones extrañas y una vuelta a lo mío, a mí misma. Y algunos recuerdos muy bonitos que han pasado a formar parte de mí para siempre, entre nostálgicos y hermosos y alegres y tiernos y tristemente perdidos. 

Pero tengo que cerrar el blog, completar el círculo y contar todavía algunas cosas, aunque sean obsoletas, que no lo son. Y sobre todo, poner fotos de mi último mes en USA. Antes de pasar, quizás, a un nuevo blog. 

miércoles, 2 de julio de 2008

Tragedia consumada II

Ha ocurrido lo que tenía que ocurrir... como algunos ya sabéis, me he mudado de casa a una residencia de estudiantes de doctorado muy cerca del centro del campus; al respecto de esto, hay muchas cosas nuevas que contar, estad atentos a las próximas novedades y fotos de mi nueva vivienda. Pero no es eso lo que quiero contaros ahora. Lo que me lleva al blog ahora mismo es algo terrible... tengo que desahogarme porque estoy alarmadísima... 


El caso es que acabo en este preciso instante de venir del baño de la primera planta... y lamentablemente y para mi desgracia, ha ocurrido lo peor: me he topado con uno de esos "seres", "entes" de nombre impronunciable (para mí) que subía en su negrura (lentamente, gracias a Dios, porque si es de las que corren, posiblemente hubiera sucumbido de asco) por la pared del baño... Menos mal que no llevaba gafas y no he podido apreciar en todos los detalles su asquerosa inmundicia (tengo la morbosa costumbre de quedarme hipnotizada cuando veo alguna en un lugar cerrado y no puedo salir corriendo de inmediato). El ente ha continuado su ascensión sin prestar atención a mi persona, ajeno por completo a mi repugnancia, y me he ido lo más rápidamente posible (todo lo rápidamente que mis menesteres me han permitido) antes de que saltara sobre mí para devorarme o algo peor. O que empezara a correr alocada con esas patitas... puagggg... 

Lo malo no es haber visto un ente. Lo malo es que, sentado el precedente, ya no podré vivir tranquila. Para más inri, mi habitación es la habitación del sótano (bueno, hay dos habitaciones en el sótano, la otra está ocupada por un rumano muy tímido de inglés horrible e incomprensible, pero que parece muy buena persona). La habitación es muy chula, es cutre, pero cutre-hippie, me siento comodísima en ella, congenio "espiritualmente" con ella, no sé por qué, a diferencia de lo que me ocurría en el antiguo apartamento. Duermo estupendamente por las noches, trabajo muy a gusto, me siento genial. Realmente mi vida ha cambiado en un 100% desde que estoy aquí (desde el jueves pasado), qué diferencia tan grande y tan positiva, ojalá hubiera estado aquí desde el principio, la cosa hubiera sido muy diferente. Pero arreglé el contrato de arrendamiento por Internet, antes de aterrizar aquí, y no pude romperlo en su momento, una vez firmado. 

El caso, sea como sea, a pesar de lo bien y tranquila que estoy aquí, es que una vez visto al "ente", ahora sé positivamente que existen y no puedo seguir ajena al problema (ya lo sabía, pero hasta que no lo confirmo visualmente en un lugar determinado, mi mente prefiere vivir engañada como si por algún milagro no existieran o no hubieran accedido a ese lugar), y viviendo en un sótano (que además, a parte de lo que es la habitación, que es muy acogedora, tendríais que ver el resto del sótano... calderas, muebles y cachivaches antiquísimos apilados en habitaciones oscuras llenas de telarañas que se suceden en pasillos y corredores recónditos e interminables... la casa, donde nos hospedamos catorce personas, es de principios de siglo), pues viviendo en un sótano ahora sé que puedo encontrarme con una aquí en mi propia habitación en cualquier momento, y la paranoia se adueña de mí.

Ya esta tarde/noche he visto una araña descolgarse de mi propia mesa de estudio. No me ha preocupado en exceso porque las arañas no son mi debilidad, salvo las peludas; además esta era de las simpáticas zancudas de cuerpo minúsculo. No puedo aniquilarla, me da mucha pena, y aunque un cierto repelús me provoca, no voy a negarlo, tendré que convivir con ella. No sé dónde estará ahora, por ahí andará... La cogería y la sacaría al jardín, porque cuando barra o limpie mañana o pasado, acabaré matándola sin querer, a la pobre, pero no me atrevo a cogerla con las manos. La casa es muy antigua, está rodeada de césped, la higiene, honestamente, no es su fuerte (me tiré casi dos mañanas limpiando mi habitación y todavía sigue saliendo polvo y suciedad incrustada... Y ayer me tocó limpieza de una de las zonas comunes y no digamos... pero bueno...), y tiene mil y un rincones, a pesar de su apariencia alegre, acogedora y luminosa (exceptuando las zonas no habitadas del sótano). No me sorprende que haya insectos, en absoluto. Pero lo otro... lo otro, los entes, qué mala suerte, tenía que pasar al final, hombre. Menos mal que no ha sido en el baño de chicas, que está en la segunda planta y es donde nos duchamos y aseamos, porque entonces hubiera sido muchísimo peor. 

Vamos, que está confirmado: existen "entes" en Urbana-Champaign, y no sólo eso, sino que tienen acceso a mi propia vivienda, y esto me deja muy intranquila y llena de escalofríos... y sin gafas, confundiendo cada minúscula negrura en suelos, paredes, muebles y techos con lo que no es... Mi primer encuentro del verano, como cada año, se ha producido y comienza, una temporada más, la pesadilla.  

Por cierto, ¿sabéis a lo que me recuerda un poco el sótano? Al sótano de "El silencio de los corderos"... Vamos a llamarlo el "sótano de los horrores", porque seguro que en algún habitáculo, baúl, corredizo, congelador de los varios que hay, armario desvencijado o saco de contenido indeterminado, están los restos de algún (o varios) estudiante extranjero que pasó por aquí en algún momento determinado del pasado, pero nunca salió... Bosco, lo que ibas a disfrutar pegándome sustos por aquí! (realmente y hablando en serio la casa me transmite muy buenas vibraciones en todos los sentidos; los muertos o asesinados, si los hay, deben ser unos muertos muy felices y de muy buen rollete) 


jueves, 26 de junio de 2008

Tragedia consumada


Chicos, la tragedia se ha consumado y mañana, por una cita laboral, no podré ver el partido de España en las semifinales de la Eurocopa. Aquí cae a las 13.45 horas, y teniendo en cuenta los horarios en los que mi jefe propone los meetings, sabía que esto podía ocurrir. Y ha ocurrido (hay que tener en cuenta que aquí se come a las 12, con lo cual las 14 no es una hora rara para tener una reunión). Con suerte llegaré al final del encuentro.

Respondiendo a un comentario de Bosco en otro post, diré que estos días no he tenido tiempo de transcribir en este blog como me hubiera gustado, la tremenda emoción con la que viví el partido de cuartos frente a Italia, por muchos y variados factores, aunque algunos de los que me siguen aquí fueron testigos de ello vía mail, y acaso sea ahora demasiado tarde, cuando quedan menos de doce horas para un encuentro más definitivo que el anterior. Un partido que vi sola, en mi casa, vía Internet, y que fue increíble y me llevó al borde del llanto, del colapso nervioso, del ataque al corazón y del límite de mis fuerzas. Pero mereció la pena. Incluso mereció la pena llegar a los penaltis y ganar a Italia de esa manera. Se rompieron muchas restricciones psicológicas, muchos complejos históricos, muchos lazos que tenían moralmente sujeta a la selección, aunque las deficiencias de cara a definir frente a la portería y en otros aspectos persistan y me preocupen (pero esto entraba dentro de lo previsible frente a Italia más que frente a ningún otro equipo). Se rompió la maldición de cuartos, la maldición de la bestia negra italiana, la maldición de los penaltis, la maldición del 22... etc., etc., etc. Harto comentado en todos los medios de comunicación, no añado nada nuevo excepto apuntar la tremendísima ilusión con la que viví ese encuentro, como pocos recuerdo en mi vida, y mira que siempre tiendo a vivir estas cosas con muchísima intensidad. Será que aquí, a solas, las cosas se ven aún con más cariño y expectación. 

Con respecto al encuentro de mañana, que iba a ser mi gran día de la semana (no quiero dejarme llevar por el triunfalismo al que somos tan dados para luego caer en la más negra de las miserias, que también nos gusta mucho, por lo que de momento no pienso en el domingo), pues es una pequeña decepción y amargura para mí no poder seguir el partido, pero lo importante es que, a pesar de lo bien que estuvo Rusia (dicen) frente a Holanda, creo que ese fue "su partido" y que ha tocado techo, o eso espero, por lo que, sin confiarnos en absoluto pero con seguridad en nosotros mismos y con la ventaja psicológica de haberles ganado en la primera ronda, es de suponer que no debería presentar una dificultad extraordinaria pasar a la final. Aunque desde luego a estas alturas de la competición, no habrá partido fácil, eso seguro. Así que, como digo, nada de triunfalismos... a currar y a luchar, a dar la vida y el corazón si es necesario, pero con la cabeza fría.  

En fin, chicos, ya que no voy a estar yo, creo que la Selección necesitará de todo vuestro apoyo :) No podéis faltar. Iba a verlo en el Illini Union con unos amigos de Alejandro, pero como os digo, no podrá ser, o llegaré en todo caso al final. Aúpa España!!!! Y que conste que mi promesa, hecha en un momento de exaltación y de debilidad física, psicológica, anímica y de todo, justo antes de empezar los penaltis el otro día, la mantengo porque Casillas es mi ídolo adorado desde ya y eso no hay quien lo cambie. 

¡MUCHA SUERTE PARA LA FURIA ROJA Y ESTARÉ CON TODOS VOSOTROS PSICOLÓGICAMENTE AUNQUE NO PUEDA VER EL PARTIDO!

viernes, 6 de junio de 2008

Hay marcha en Nueva York... digo, en U-C


¡Chicos, hay vida aquí! ¡Definitivamente! Esta tarde me ha invitado mi jefe (con su señora, que es un sol) a un concierto de jazz (no ha estado nada mal, por cierto; al parecer hay muchos tipos de jazz, y este era de la "Big Band", que menos jazz, tocan de todo... pero con cierto aire jazz. Música muy setentera y ochentera. Para terminar han tocado el tema de Rocky que me ha puesto los pelos como escarpias; otras cosas sí sonaban a jazz bastante clásico) y lo he pasado requetefenomenal. El jazz no me llama especialmente la atención, es de las pocas músicas que no me acaba de llenar, pero quizás sea por desconocimiento y por no tener el oído muy acostumbrado a un tipo de música que a veces está bien y otras veces parece, a mis legos oídos al menos, casi cacofónica. Pero este concierto, realmente, lo he disfrutado. En el fondo, es que no hay nada como la música en vivo. 

Venían unos amigos de ellos, un matrimonio de la Universidad, él italiano y ella brasileña (pintorescos a más no poder, pero me han gustado del tirón, especialmente ella, que era extrañísima pero me ha encantado; y por cierto que hablaba español muy bien y cuando le digo que dónde lo ha aprendido dice que no sabe, que "de aquí y de allí"... madre del amor hermoso, ¡qué facilidad para aprender un idioma, qué envidia me da!) y un hombre mayor, pero muy peculiar, que sabía de todo, conocía todos los lugares y, aunque nacido en Rumanía, ha vivido en todas partes del mundo. Me hubiera quedado hablando con él horas y horas. Nos hemos encontrado en el concierto con Alejandro, el catalán, que por cierto no os he dicho que merecía la pena darle otra oportunidad, porque en el fondo es majo, el hombre: me invitó a comer un domingo, hace ya semanas, y me llevó al único sitio decente, pero de verdad decente que he conocido por aquí, con comida muy buena. Y aunque recelaba mucho de su persona, he de admitirlo, y sigue teniendo algunos puntos snobs, fue muy agradable conmigo y no estuvo mal la conversación. Luego ha caído algún café, pero muy esporádico. No quiero hacer amigüitos por aquí, la verdad; no me apetece demasiado aunque mi soledad me lo pida a gritos. El hecho es que, además, ha estado de viaje estos últimos días y, al parecer, ha vuelto ahora.

Así que Alejandro "el pijo-catalán" se ha unido a nuestra peculiar y polimorfa expedición al salir del concierto y hemos acabado en el Downtown de Urbana, con un clima inmejorable y un sitio impresionante... lleno de bares con terracitas y, en los sitios que no son de copas, había de media un portátil en cada mesa... mejor dicho, un Apple. Allí la gente se va a las 11 de la noche a tomar un café o lo que sea, con portátil incorporado, a hacer sus trabajos para la Universidad, a chatear o ver el correo... incluso algunos con cascos estaban estudiando... no podían negarlo, ¡qué poca vergüenza! También los hay normales que van simplemente a tomar algo y a charlar, como nosotros, pero son los menos :) Si pudiera concentrarme en esas condiciones, me iría alguna noche allí a trabajar, aunque como me cuesta bastante adquirir el nivel de concentración necesario, lo que haré será irme con el portátil yo sola por allí a una de esas terrazas tranquilas (pero llenas de gente, quién lo iba a decir, aquí!), sólo a pasar parte de la noche, a descansar, a sentarme tranquilamente mientras escribo en el blog, mando correos o a hago otras cosas que no me requieran demasiada atención, mientras disfruto de un capuccino nocturno con la brisa veraniega de compañía. 

Pero a parte de esas terrazas tan acogedoras, también debe haber marcha pura y dura, porque el catalán me ha asegurado que hay bares de marcha normal, y hasta discotecas!!!, que él se las conoce todas, y me ha invitado mañana a tomar una copa con él y enseñarme la zona. De hecho, me había propuesto quedarnos a tomar algo hoy cuando los "mayores" se iban, temprano (antes de las 12) a casita, pero le he dicho que no porque tenía un sueño de morirme (cierto en parte) y porque era demasiado tentadora la oferta de que me llevaran a casa en coche mi jefe y su mujer (Alejandro no tiene coche, tiene bici), pero ante la forma tan sugestiva de pintarme la "maravillosa noche de Urbana", que de verdad, verdad, tengo que conocerla a fondo, etc., me he dicho "qué diablos, ya es hora de salir de verdad". No puedo irme de aquí sin conocer esa parte, digo yo. Así que hemos quedado mañana y pienso tomarme dos copazos, que hace eones que no sé lo que es eso. Según él, evitaremos los bares de "red-necks" (paletos)  (¿veis como es un snob?) Urbana, allá voyyy!! Ya os contaré. Como me guste, voy a empezar a diversificarme un poquillo y el próximo fin de semana me voy con los compis de planta (los pocos que están solteros y todavía conservan las ganas de marcha y me invitan a unirme a su grupo los fines de semana, y ya está bien de decirles que no)

La brasileña me ha dado su tarjeta y me ha dicho que cuando vayan a Montreal, que tienen una casita allí, que me llevan, ella y su marido... no me lo creo, por supuesto, y no por falta de buena fe por su parte, si no porque luego todas esas cosas, pasa el tiempo y se olvidan. Pero me ha caído genial y la oferta es tan increíble que le he dado mi mail, mi teléfono, y hasta la marca del papel higiénico que uso, por si tiene problemas para contactarme.

Ah, y por último, lo mejor de todo: por mediación de Helen, la esposa de mi jefe, a lo mejor me puedo mudar de sitio a una habitación que está en el centro del campus... Eso sería maravilloso, porque aquí estoy prácticamente en medio de la nada más absoluta, alejada de todo lo habido y por haber... Mañana mismo voy a verlo. Realmente es una residencia, una habitación con baño ( y con derecho a cocina y, si quieres, hasta te apuntas al comedor, aunque de esto último desconfío muchísimo, así que seguiré cocinando para mí misma seguramente), pero no me importa lo más mínimo que sea una habitación, me apetece mucho salir de Orchard Downs. ¿Los paseos tan bonitos y tan verdes a los que me estaba acostumbrando? Siempre puedo coger el bus para venir a dar un paseo por aquí, o venir andando directamente algún sábado o domingo, y así hago ejercicio. Dios mío, por favor, que se me arregle la baja del contrato de arrendamiento con los de Orchard Downs, porque nada me haría más feliz que trasladarme al centro del campus.

Me voy a la cama feliz como una perdiz. Hace un tiempo de verano ya que es para no creerse. Un poco húmedo, eso sí, pero a quién le importa. Si estoy a poco más de mes y medio de volver a casa, y cada día más feliz. 


lunes, 26 de mayo de 2008

Bichos y sol y más soledad a pesar del sol


Desde hace un par de días tengo la sensación de que hay algo vivo en mi habitación. A parte de mí misma. Algo de un tamaño indeterminado, pero pequeño sin duda, más bien milimétrico... Oigo ruiditos extraños por la noche, como de patitas que avanzan erráticas o diminutas mandíbulas que mastican (no quiero pensar el qué) o palpitantes viscosidades minúsculas que se esponjan lentamente, y cuando digo "patitas" por supuesto no me refiero a los elefantiásicos zuecos de los vecinos de arriba (que, por cierto, ya no se oyen). Temeraria, valientemente, sobreponiéndome a mi aprensión y no sin tomar múltiples precauciones (no soy una suicida), con el corazón en un puño pero enfrentándome a mis peores miedos como una machota, he avanzado contra la pared, sí, pero he avanzado por el angosto y glorioso camino reservado a los locos que deciden mirar frente a frente a su Destino y he buscado por todos los rincones de la casa armada de escoba y papel higiénico... para descubrir aliviada que no parece haber nada vivo lo suficientemente grande como para que sea visible a mis ojos, con o sin gafas. Quizás sea el silencio inesperado por la ¿ausencia? de los vecinos, que me hace escuchar el corretear de los ácaros y los gorgojos microscópicos en medio de la silenciosa NADA dentro de la que vivo. También puede ser que desde que encontré una araña (sí, ya sé que suena a pesadilla espeluznante) hace dos semanas en la bañera (una araña, os lo juro, qué espanto, una araña saliendo del desagüe), esté un poquito paranoica. 

Y cerrando el tema de las comidas abierto en un intercambio con Sus hace un par de días, tema que los hipotéticos insectos masticadores me ha recordado, diré que ni siquiera me dejan disfrutar aquí de la Coca-Cola light porque en el 75% de los sitios sirven o tienen sólo Diet Pepsi. Antes me gustaba y ahora la aborrezco. 

Hoy era fiesta aquí (Memorial Day: manda cojones... bueno, sin comentarios) y para más inri no podía salir de Orchard Downs e ir al centro de la ciudad ni a ningún otro sitio porque el servicio de autobuses estaba suspendido, así que me he ido a leer a la hora de la siesta y a tomar el sol por primera vez!!! a la pradera inmensa que hay detrás de casa; otras veces había paseado por el vecindario propiamente dicho, pero esta vez he mirado a mi espalda, he visto la tremendísima, solísima, "inconstructa" explanada que se extiende más allá de donde llega la vista, a la que siempre había visto como un tanto amenazadora desde mi ventana, y he dicho, qué narices, por qué no, está ahí toda entera para mí. Si nadie la quiere aprovechar, allá ellos. Iré antes de que alguien la descubra y edifiquen algo.  Había unos columpios que no se utilizan desde hace eones y también me he columpiado, que es lo que más me gusta en el mundo después de conducir, y comer, y bueno, después de unas pocas cosas más, pero tampoco tantas. Y luego me he tumbado plácidamente a disfrutar de una tarde tan bonita como hacía hoy y los dañinos rayos UVA y UVB han tocado mi piel por primera vez desde que estoy aquí (quiero decir, verdaderamente, profundamente, y además sin protección solar lo cual me parecía un sacrilegio, pero qué más da), acelerando el proceso de envejecimiento y posiblemente aumentando las posibilidades de contraer cáncer de piel, pero Diossssss míooooooo qué maravilla es tomar el sol tumbada en la hierba, y más en una pradera de hierba perfecta y plana y solitaria de varias hectáreas sin ver un alma alrededor ni con prismáticos.  ¿Dónde están los vecinos, por qué narices no salen a pasear, no salen a tomar el sol, no salen con los niños para que corran por la hierba, no sacan sus toallas o simplemente salen a leer un libro? Arrrrrrrghhhhhh!!!! Mejor para mí, pero de verdad QUÉ GENTEEEEEEEEEEEEEE! Son muy agradables en general, esa es la verdad, pero están todos locos, los asiáticos que pueblan el campus y mi vecindario, los americanos, todos, están locos, no saben vivir la vida, no tienen ni idea, me dan casi hasta pena. No salen nunca, jamás, never, under any circumstances, van de casa al coche y del coche a casa, y ocasionalmente a tomar una hamburguesa grasienta o a hacer que son súper cool yendo a una seudo-representación artística o algo así, y de nuevo a casa, y sólo usan este césped maravilloso para salir un domingo al mes a hacer barbacoas, como está estipulado, porque hay el "día de la barbacoa" en la comunidad. No hacen nada espontáneamente, no saben lo que es salir a dar una vuelta, no saben lo que es tumbarse en la hierba, no saben lo que es la calle, ni siquiera para ir de compras, porque sólo van a centros comerciales donde se concentra casi todo lo que se puede comprar aquí, centros comerciales gigantescos que están cerca de ningún sitio (como todo lo demás), a los que, por supuesto, van en coche, y para moverse de una tienda a otra dentro del centro comercial, donde todas las superficies están separadas por kilómetros y kilómetros de parkings, van también, claro está, en coche. 

Es que no sabéis cómo es esto, de verdad, no os podéis hacer una idea, las calles total, absoluta, completamente desiertas, barridas, como una población fantasma... es increíble, da igual que haga buen tiempo, da igual que sea el centro de la ciudad. Ahora ni siquiera el centro del campus está poblado, aunque es el único sitio donde puedes ver a dos viandantes al mismo tiempo, porque son las vacaciones escolares desde el 15 de Mayo pasado y los estudiantes habrán cambiado este agujero por su agujero vital habitual o natal, en este o en otro país que no sea España -porque hace poco leí que este campus donde me hallo es el campus de todo Estados Unidos donde más número de estudiantes extranjeros hay, y doy fe de ello-. También he leído que Urbana-Champaign tiene el honor de ser la ciudad de todo USA con mayor número de restaurantes per cápita... lo cual me hace volver sin quererlo al tema de la comida, triste tema de la comida, porque he de decir que si el 90% de ellos se volatilizaran por completo y no quedase ni el recuerdo, creo que tampoco se perdería demasiado. Lo último fue una comida pedida en un restaurante americano, hace apenas tres días, de la que no pude probar más de dos bocados. Eran "macarrones" (mentira) con queso (falso), y yo tenía mucha hambre. El plato fue devuelto a la cocina habiendo sólo probado dos bocados. De verdad lo intenté, pero no pude, y jamás había hecho una cosa semejante. Me dio mucha pena por la camarera, que se veía que la pobre estaba sufriendo más que yo; porque aquí cada diez minutos vienen a preguntarte con una sonrisa de oreja a oreja si todo está bien -se curran las propinas, vaya-, y claro, ella veía que no probaba bocado y se le iba desdibujando la sonrisa de la cara y me miraba deseando hacer algo para ayudarme pero no sabía qué; no tuve corazón para decirle que me parecía impensable que un ser humano que no estuviera a punto de morir literalmente de hambre pudiera comerse aquella cosa infecta... así que yo la sonreía y le decía que "sí, sí, todo muy bien", y me concentraba tratando de esquivar su mirada perpleja y triste y decepcionada en mi libro y en mi Diet Pepsi hasta que conseguí escabullirme subrepticiamente -tras pagar la cuenta, a pesar de todo- dejando un plato de macarrones con queso o lo que fuera intacto detrás de mí y una camarera con el corazón roto y sin mucha propina. Me fui sin comer nada y, lo que es mucho mejor, sin sensación de hambre después de haber probado aquello... lo cual creo que al final va a ser el remedio que estaba buscando para mi dieta: débiles mujeres del mundo avasalladas por la publicidad antinatural del prototipo de mujer anoréxica, venid a USA: o bien acabaréis con 120 kilos de más y pasando ya de todo, o bien aborreciendo la comida basura y la grasa de por vida. No obstante, la idea del desperdicio en sí me pone enferma, y aquel plato desperdiciado... pero es que de verdad que no pude comerlo, me fue imposible, y Dios sabe que no le hago ascos a nada. Mira que era fácil cocinar un plato de pasta, no digo ya que esté buenísimo, si no que sea simplemente comestible. 

En fin, volviendo al tema: aquí no se han enterado de que existe una cosa que se llama "calle", o mundo "exterior" más allá de los muros de un edificio, el que sea, o de los hierros de un automóvil. Bueno, mejor, que me dejen la explanada de detrás de mi casa a mí solita y que se queden con su día de la barbacoa. 

Y volviendo al tema todavía más. Al tema que daba inicio a esta entrada. Al menos, a pesar de que puede haber una arañita alguna vez, he descubierto algo real, profundamente, inmensamente bueno de este lugar: aquí no existen o parecen no existir (por favor, Dios mío, apiádate de mí, toquemos madera) esas cosas, esos insectos innombrables, negros, rápidos, correteantes y absolutamente repulsivos que pueblan las noches de Madrid en verano y cuyo nombre no puedo escribir, no ya digamos pronunciar. En otros lugares, como Texas y sitios así existen serpientes de cascabel (una picó al hijo de mi jefe cuando era pequeño y estuvo a punto de morir), y viudas negras venenosas, y alacranes o escorpiones y ese tipo de bichitos que serían, y lo son, realmente bellos si no fueran tan peligrosos. Eso no me importaría demasiado, aunque sé, o creo, que por aquí no viven tan exóticos animalejos. Lo único que hay son ardillas, las hay por todas partes, en todas las calles, en todos los sitios, a todas horas, hasta se cuelan en los restaurantes alguna vez, y me hace gracia ver a alguna camarera, criaturita, teniendo miedo o aprensión de ellas y haciendo malabarismos para evitarlas; yo intento por todos los medios atraerlas, darles de comer, que se confíen, poder rozar a alguna... pero es imposible, son rápidas como los roedores que son y no se fían; se acercan cautas a coger la comida que les dejas en el suelo o en el banco, pero sólo si te has retirado unos centímetros, y salen corriendo como centellas con el botín entre las garras, aunque no son cobardes del todo y vuelven una y otra vez a por más, observándote a una distancia prudencial, e incluso alguna de carácter más audaz o más ingenuo se acerca demasiado temerariamente, y es lo que hace mi vida más fácil por aquí, las ardillas, porque me encantan, no me canso de verlas, aunque realmente hay miles de ellas y llegas a acostumbrarte. Sí, suena muy a "Illinois", ¿verdad? Illinois = ardillas. Ahora debe ser época de cría, porque esta mañana no paraban de fornicar y gruñir delante de mi ventana, y nunca las había visto en tan desvergonzada actitud. Es el único bichejo agradable que hay. Pájaros, más bien pocos. E insectos... no demasiados, por el momento. Pero bueno, hasta por ahí podría pasar hasta cierto punto, incluso las serpientes me gustan, no me importa, las serpientes me fascinan y lo único que temo es, en mi ignorancia, no distinguir las peligrosas de las que no lo son, por eso las evito prudencialmente, por ejemplo en el pueblo, salvo que sea claramente una culebra, a alguna de las cuales sí identifico como inofensiva y no me importa acercarme, más bien son ellas las que suelen huir, lo cual demuestra que el instinto funciona correctamente ya que en el pueblo las tratan a pedradas o garrotazos. Vale, todo eso está bien, y más aún, más bichos aún estarían todavía bien, pero por favor, Dios mío, lo otro no, lo otro no; yo paso por todo, todo me da igual, puedo soportar las calles fantasmales, vacías, inhóspitas, feas, deprimentes, puedo soportar la araña en la bañera alguna vez, puedo soportar los vecinos ruidosos, puedo soportar la tremenda soledad, puedo soportar la comida incomestible, he podido soportar los treinta grados bajo cero y los treinta centímetros de nieve, los temporales, las tormentas,y hasta las botas de oso, puedo soportar los tornados, puedo soportar al negro feo del autobús, puedo soportar las tiendas horteras, puedo soportar que no haya comida fresca en un radio de tres kilómetros a la redonda, puedo soportar el apartamento horrible, puedo soportar la Diet Pepsi, puedo soportar el sonido de las mandíbulas de los gorgojos, puedo soportar las hectáreas de césped vacío, al contrario, lo agradezco, pero por favor, por favor, por favor, sólo pido que no vea jamás uno de esos bichos-negros-brillantes-innombrables-que-corren-tanto-y-que-pueblan-las-calles-en-las-noches-de-verano-de-Madrid. Esa es la única concesión que pido.

Ah, por cierto, me estoy releyendo al sol y al amparo de la bombilla de mi lámpara cuando me voy a la cama como ahora mismo, "La casa de los espíritus" en inglés... y ni siquiera la traducción inglesa, que aún siendo el inglés un idioma bello donde los haya, sigue siendo incomparable al poético, mágico y vibrante castellano de Isabel Allende, o al menos así parece a mis oídos y a mis ojos hispanoleyentes, y más siendo una traducción, pero ni siquiera todo eso puede echar a perder la belleza del libro que habré leído cinco o seis veces por lo menos en mi vida, ni puede estropear, sobre todo, la profunda belleza de sus personajes, esas mujeres increíbles de las que te enamoras con sus nombres de blancura: Clara, Alba, Blanca... Aunque uno de mis nombres de mujer favoritos siga siendo Claudia. 

domingo, 18 de mayo de 2008

Andando


Andando, andando. 
Que quiero oír cada grano 
de la arena que voy pisando. 

Andando. 
Dejad atrás los caballos, 
que yo quiero llegar tardando 
(andando, andando) 
dar mi alma a cada grano 
de la tierra que voy rozando. 

Andando, andando. 
¡Qué dulce entrada en mi campo, 
noche inmensa que vas bajando! 

Andando. 
Mi corazón ya es remanso; 
ya soy lo que me está esperando 
(andando, andando) 
y mi pie parece, cálido, 
que me va el corazón besando. 

Andando, andando. 
¡Que quiero ver el fiel llanto 
del camino que voy dejando!

Juan Ramón Jiménez

Con las rosas


No, esta dulce tarde
no puedo quedarme;
esta tarde libre
tengo que irme al aire.

Al aire que ríe
abriendo los árboles,
amores a miles,
profundo, ondeante.

Me esperan las rosas
bañando su carne.
¡No me claves fines;
no quiero quedarme!


Juan Ramón Jiménez

sábado, 26 de abril de 2008


"April is the cruellest month, breeding
lilacs out of the dead land, mixing
memory and desire, sitirring
dull roots with spring rain"

The burial of the dead (The waste land)
T. S. Elliot


Abril es el mes más cruel, engendrando
lilas en la tierra muerta, mezclando
el recuerdo y el deseo, resucitando
apagadas raíces con lluvia de primavera. 

El entierro del muerto,
fragmento de la primera parte del poema "La tierra baldía", de T. S. Elliot